Fuente: “El Historiador” Felipe Pigna
Luego del glorioso mayo de 1810 los conflictos entre patriotas independentistas y aquellos que aún apoyaban a los realistas se libraban en diversos frentes de América, tanto externos como internos.
En ese contexto, hacia finales de 1811, se produjeron numerosos ataques realistas sobre las costas del río Paraná. A partir del 23 de septiembre de ese año el Primer Triunvirato gobernaba las Provincias Unidas del Río de la Plata y el 24 de enero de 1812 encargó a Manuel Belgrano partir a Rosario poniéndolo al mando del Regimiento 5 de Patricios.
A fin de unificar a sus hombres en la defensa de una misma causa, Belgrano pidió y logró que el 18 de febrero de 1812 le permitieran a sus soldados usar una: “escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida la roja”. El 23 de febrero de 1812, Belgrano le anunció al Triunvirato que había entregado las escarapelas a sus tropas para que “acaben de confirmar a nuestros enemigos de la firme resolución en que estamos de sostener la independencia de la América’.
Con patriótico entusiasmo el 27 de febrero de 1812 Belgrano inauguró una nueva batería a la que llamó Independencia. Para ello hizo formar a sus tropas frente a una bandera que había cosido con los colores de la escarapela, una vecina de Rosario, doña María Catalina Echeverría. Su creador ordenó a sus oficiales y soldados jurarle fidelidad diciendo “Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad” Inmediatamente envió una carta a Buenos Aires, para comunicarle lo actuado, pero ese mismo día el Triunvirato lo designó al mando del Ejército del Norte.
La noticia no fue bien recibida en Buenos Aires, dado que Bernardino Rivadavia, secretario del Triunvirato, estaba negociando con Gran Bretaña (entonces aliada de España) la retirada de los portugueses de la Banda Oriental. La condición que los ingleses exigían para la retirada de las tropas enemigas era que no se mencionase el tema de la “independencia”.
Cuando Belgrano había ya partido a cumplir su nuevo cargo llegó la carta enviada por Rivadavia (de la cual él no se enteró hasta meses más tarde) que decía: “La demostración con que Vuestra Señoría inflamó a las tropas de su mando enarbolando la bandera blanca y celeste, es a los ojos de este gobierno de una influencia capaz de destruir los fundamentos con que se justifican nuestras operaciones”
Por su parte, orgulloso durante su recorrido hacia el norte Belgrano siguió desplegando el simbólico estandarte, que fue bendecido por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti, el 25 de mayo de 1812 en la Catedral de Jujuy.
Finalmente en el mes julio recibió las intimidatorias órdenes del Triunvirato. Su respuesta fue decidida y tajante: “Puede V. E. hacer de mí lo que quiera, en el firme supuesto de que hallándose mi conciencia tranquila, y no conduciéndome a esa, ni otras demostraciones de mis deseos por la felicidad y glorias de la Patria, otro interés que el de esta misma, recibiré con resignación cualesquier padecimiento, pues no será el primero que he tenido por proceder con honradez y entusiasmo patriótico”.
Cuatro años más tarde, tras la Declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816, la bandera “celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo” fue adoptada como símbolo nacional por el Congreso de Tucumán el día 20 de julio de 1816, y el mismo Congreso le agregó el sol el 25 de febrero de 1818.
Hoy es el día de nuestra bandera en honor a este gran hombre y apasionado patriota que falleció el 20 de Junio de 1820.
Los metalúrgicos honramos con orgullo la memoria de los hombres que, como Belgrano, protegieron la semilla y la poderosa raíz de nuestra patria.