El 1 de julio de 1974, a los 78 años de edad fallecía el presidente en ejercicio, Juan Domingo Perón.
Ese día a las 14:10, la esposa de Perón y vicepresidenta, María Estela Martínez que ejercía la presidencia desde el 29 de junio, anunció el fallecimiento del general diciendo: “con gran dolor debo transmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la paz y la no violencia”.
Inmediatamente después de su muerte, los restos de Perón fueron instalados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos, vestido con uniforme militar, donde se lo veló hasta el día 2. Luego, fue trasladado a la Catedral Metropolitana rezándose una misa de cuerpo presente para finalmente ser conducido al Palacio Legislativo. Allí permaneció hasta las 9.30 del jueves 4.
Mientras el cuerpo de Perón estuvo expuesto en el Congreso, muchas personas fueron a darle el último adiós y una multitud se congregó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador para rendir homenaje –al paso del cortejo- al presidente desaparecido. Dos mil periodistas extranjeros informaron de todos los detalles de las exequias.
Tras varios días de duelo nacional los restos fueron trasladados a una cripta en la Quinta Presidencial de Olivos hasta que en el 2006 fueron llevados a la quinta de San Vicente, la cual le perteneció en vida y luego se convirtió en un museo en su honor.
Su muerte provocó en la mayoría del pueblo un sentimiento de tristeza y desazón, por la desaparición del hombre que siempre antepuso el interés del pueblo a su interés personal.
Hoy a 45 años de su desaparición física, los metalúrgicos le rendimos homenaje con profundo respeto y admiración y nos comprometemos a seguir su legado de lucha por la defensa de los intereses de los trabajadores.
“Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar” es uno de sus lemas que la Flia. Metalúrgica toma como propio.