Oficialmente, Perón nació en Lobos (Provincia de Buenos Aires) el 8 de octubre de 1895. Hace ya 123 años.
Fue el cuarto hijo de Mario Tomás Perón, pequeño productor agrícola-ganadero, y de Juana Sosa, además su abuelo fue uno de los médicos más célebres de su tiempo, el profesor Tomás Liberato Perón, quien además tuvo un mandato como diputado provincial mitrista, profesor de Química y de Medicina Legal, vocal del Consejo de Higiene Pública y consejero de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Juan Domingo se crió durante sus primeros años en las zonas rurales de Lobos y Roque Pérez: “soy de los que aprendieron a andar a caballo antes que a caminar”, le expresó a su amigo y biógrafo Enrique Pavón Pereyra.
Recordando a su madre decía:
“Pero como todas las cosas, mi vida ha tenido un principio. Ese principio ha sido mi madre. (…) Mi madre, nacida y criada en el campo, montaba a caballo como cualquiera de nosotros e intervenía en las cacerías y faenas rurales con la seguridad de las cosas que se dominan. Era una criolla con todas las de la ley. Veíamos en ella al jefe de la casa, pero también al médico, consejero y amigo de todos los que tenían una necesidad. Esa suerte de matriarcado ejercido sin formulismo, pero bastante efectivo; provocaba respeto pero también cariño”
Perón con su hermano Mario Avelino y su madre Juana Sosa en 1899
También rescatamos aquí las palabras de Juan Domingo Perón hablando de sus orígenes en 1967, durante un Reportaje de la Revista 7 Días
“Me contaba mi abuela que cuando Lobos era apenas un fortín, ellos ya estaban allí… Mi abuela inmemorial era lo que bien podemos describir como una mujer machaza, que conocía todos los secretos del campo… Cuando la vieja solía contar que había sido cautiva de los indios yo le preguntaba: Entonces abuela… ¿yo tengo sangre india? Me gustaba la idea ¿sabe? Y creo que, en realidad, tengo algo de sangre india. Míreme: pómulos salientes, cabello abundante… En fin, poseo el tipo indio. Y me siento orgulloso de mi origen indio, porque yo creo que lo mejor del mundo está en los humildes.”
Su infancia y primera juventud las vivió en las pampas bonaerenses y en las llanuras patagónicas del sur de la Argentina, en el interior profundo, en escenarios de vida rural, en un universo de espacios abiertos.
En 1904 Mario Perón, viendo que la familia no podía permanecer en un lugar estable por su situación laboral, envió a sus hijos Juan y Mario a la ciudad de Buenos Aires, a vivir con su abuela paterna Dominga Dutey, y con sus dos medias hermanas Vicenta y Baldomera Martirena, que eran maestras, para que pudieran iniciar estudios formales. Juan y su hermano comenzaron a vivir en la gran ciudad durante el ciclo lectivo y volvían a la casa paterna en el receso escolar y todos los veranos.
Nadie imaginaba entonces que este niño, que vivió una infancia humilde y presumo que feliz, iba a ser un gran líder, el más amado por el pueblo trabajador de su patria.
Llegó a ser nuestro Presidente en tres ocasiones con una abrumadora cantidad de votos en cada una de ellas. Dejó para la posteridad un legado de amor, enorme coraje, y de constante lucha para lograr una nación Libre, Justa y Soberana. A partir de Perón, los trabajadores de nuestra nación, representados por el movimiento obrero que defendió sus valores y su ideología, tuvieron poder de decisión en la política y la economía de nuestro país, con plena conciencia de sus derechos y de su dignidad.
Hoy los metalúrgicos recordamos su nacimiento con ese amor y respeto que el pueblo trabajador y peronista continúa sintiendo por su líder.