170 aniversario del fallecimiento del General San Martín

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En un nuevo aniversario de la muerte de Jóse de San Martín, su figura se agiganta por su liderazgo y su lucha por la libertad de los pueblos.
Nacido en Yapeyú, provincia de Corrientes un 25 de febrero de 1778, desde muy pequeño le tocó emigrar junto a su familia rumbo a España donde la buena posición económica y social de su padre le permitió el acceso a la educación inicial y a una carrera militar brillante. El haber estado en las filas realistas que enfrentaron al ejército napoleónico le valió el grado de teniente coronel a la edad de xxx.
Sin perder contacto con lo que acontecía en América, los vientos de libertad se habían expandido por Europa y muchos compatriotas lo convocaron para que conociera y apoye los deseos y la necesidad de emancipación. Su decisión de renunciar a las filas realistas y ponerse al frente de la independencia de su patria es lo que lo ubica en el olimpo de nuestros héroes nacionales.
Su magnetismo personal sumado a su lato conocimiento de las milicias modernas lo convirtió en jefe supremo de los ejércitos de Argentina, Chile y Perú en condiciones que, aún hoy, son consideradas cuasi imposibles pero que fueron realizadas en el afán de emancipar naciones. En el histórico encuentro en Guayaquil en 1822, su decisión de entregarle sus tropas a Simón Bolivar y el distanciarse de los sucesos políticos en su tierra que comenzaba a enfrentarse entre hermanos, comenzó a mostrar el adiós. Ya nunca más volvería y su imagen de varón maduro y de gran fortaleza daría paso a la de un hombre entrado en años, rodeado de su hija y tiempo después sus nietas.
Como parte de la épica que sólo está destinada a los grandes de la historia, la muerte lo encontró en Boulogne Sur Mer, en las afueras de París, un 17 de agosto de 1850 y años después su deseo de morar para siempre en Argentina se hizo realidad: sus restos fueron traídos y descansan en la Catedral de Buenos Aires bajo la atenta mirada de sus fieles granaderos…
A 170 años de su paso a la inmortalidad, recordamos a nuestro prócer máximo