Nacido un día como hoy hace 97 años en Alcorta, provincia de Santa Fe, José Ignacio Rucci representó a un joven de los años indignos cuando el Golpe del 1930 se apoderó de las instituciones y relegó durante la Década Infame a los sectores populares y trabajadores alimentando, por años, descontento en ellos y, también, en las clases medias.
El partir a Buenos Aires para hacerse de un futuro y luego de haber probado suerte en empleos de su ciudad natal, Rucci partió y recaló en un polo industrial creciente entrados los años `40: los suburbios de la Capital que crecían entre fábricas, talleres y frigoríficos. Encontró conchabo como lavacopas y, al poco tiempo de arribado, como operario metalúrgico. El 17 de octubre de 1945 lo encontró entre las largas filas de trabajadores que pedirían por la libertad del entonces Coronel Perón y el romance con la causa que este defendiera sería sólo truncado por su trágica muerte.
En 1946 su destino lo llevó a ingresar en la importante siderúrgica Somisa (Sociedad Mixta Argentina) actual Ternium. Su conducta y su decisión para ponerse al frente de la defensa de sus compañeros lo llevaron a trascender su espacio y fue electo secretario de Prensa de la UOM en 1960 y apenas cuatro años después, máximo representante de los metalúrgicos en San Nicolás.
Su ascenso se debió a que sorteó, a partir de la segunda mitad del Siglo XX, esa dicotomía entre las posturas liberales y las que apoyaban la causa marxista. Para él, la defensa de los trabajadores y los postergados era tarea de los movimientos nacionales en los cuales el Justicialismo, junto al origen de las 62 Organizaciones, era el más acabado para llevar a buen puerto la grandeza de la patria.
Este 15 de marzo conmemoramos un nuevo aniversario de su nacimiento recordando sus palabras:
“El sentimiento nacional nace en la espada de San Martín, se agita en el poncho de Rosas y se ejecuta con la doctrina de Perón”.