Renunciamiento de Evita

0
414

“Tengo una sola y gran ambición personal: que de mí se diga que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convertía en hermosas realidades y que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita. Nada más que eso”

La primera presidencia de Juan Domingo Perón estaba en su quinto año y ya se descontaba que en las siguientes elecciones iba a ser reelecto.

Hacia febrero de 1951, comenzó a gestarse una movilización popular liderada por los sindicatos, apoyada por la CGT, el partido peronista femenino y centenares de agrupaciones políticas para imponer el cargo de la vicepresidencia del próximo período a Eva Duarte. Para el 11 de noviembre de 1951 estaban convocadas las elecciones presidenciales y era urgente para el peronismo lanzar su fórmula.

El 22 agosto se desarrolló el Cabildo Abierto del Justicialismo, miles de personas se congregaron en el Ministerio de Obras Públicas, frente de un balcón ministerial del cual colgaba un cartel que rezaba: “Juan Domingo Perón-Eva Perón – 1952-1958, la fórmula de la patria”.
Ese día el entonces Secretario General de la CGT, compañero José Espejo, pidió frente a una multitud entusiasmada que Perón y a Eva, aceptaran sus respectivas candidaturas a Presidente y Vice.

Eva salió al balcón pero lejos de confirmar lo que todos buscaban escuchar, pidió algunos días para tomar la decisión.

Nueve días más tarde, el 31 de agosto de 1951, Evita anunció por la radio su “irrevocable renuncia al honor que los trabajadores y el pueblo de su patria quisieron conferirle en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto”.

“Ya en aquella misma tarde maravillosa, que nunca olvidarán ni mis ojos ni mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto.

Evita quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, aceptar otra cosa, sería romper la línea de conducta que le impuse a mi corazón y darle la razón a los que no creyeron en la sinceridad de mis palabras, que ya no podrán decir jamás que todo lo hice guiada por mezquinas y egoístas ambiciones personales.

Estoy segura que el Pueblo Argentino y el Movimiento Peronista que me lleva en su corazón, que me quiere y que me comprende, acepta mi decisión porque es irrevocable y nace de mi corazón. Por eso ella es inquebrantable, indeclinable y por eso me siento inmensamente feliz y todos les dejo mi corazón”.

Quien reemplazó su candidatura, por decisión de Perón, fue Hortensio Quijano, pero falleció antes de asumir el cargo. Juan Domingo Perón asumió su segundo mandato presidencial sin compañero de fórmula. Recién en 1954, Alberto Teisaire fue electo vicepresidente.